Los 6 tipos de té y sus diferencias
De seguro has escuchado hablar de tés de distintos colores y te habrás preguntado de qué planta proviene cada uno o qué los diferencia. Para sorpresa de muchos, todas las variedades de té conocidas (blanco, verde, amarillo, negro, rojo y oolong) provienen de la misma planta subtropical, llamada Camellia sinensis. Esta es originaria de Asia, pero hoy se cultiva en todo el mundo. Pero ¿qué hace que esta planta se transforme en distintos tipos de té? La diferencia está en la forma en que las hojas son procesadas.
Para procesar el té, se realizan 5 pasos básicos, estos varían según la variedad de té de la que se trate. Los pasos son recolección, marchitado, enrulado (se extraen los aceites esenciales de las hojas), oxidación y secado. Así, el té blanco, es básicamente el té no procesado. Sólo se cosecha y se deja marchitar y secar. La infusión de té blanco es pálida y es el más suave en aroma y sabor.
Por su parte, el té verde se cosecha, marchita y enrula. Las hojas frescas se exponen al vapor a una temperatura cálida que oscurezca la hoja. La infusión es verde como su nombre lo indica o amarilla y su sabor posee una ligera astringencia.
Pocos han oído hablar sobre el té amarillo. Este té se obtiene de un corto proceso de fermentación y oxidación que se frena con calor seco. Como resultado, posee un sabor, color y aroma suave y delicado, diferente al de otros tés. Otra de sus diferencias es que además de hojas, se utilizan pequeños tallitos.
El té azul u oolong es uno de los que más tiempo toma producir. Se enrula y oxida varias veces. Sus sabores y aromas son más complejos, con astringencia suave y delicada y notas florales y frutales.
El té negro, que es el más consumido en Chile, y es el que solemos tomar en bolsitas a la hora de comer, también pasa por los cinco pasos básicos, pero se oxida completamente. Los pasos generalmente no se repiten. La infusión es café oscuro o rojo fuerte.
Por último, el té rojo o pu-erh se procesa de forma parecida al té verde, pero antes de secarse, se añejan las hojas. Este es un té fermentado. Su proceso de añejamiento puede durar de meses a varios años.
Cada una de estas variedades posee propiedades que las hacen únicas y contribuyen a que los consumidores de té las prefieran, aunque algunos aman probar de todo un poco e ir impregnándose de todo tipo de sabores y aromas.