Catalina de Braganza, la reina amante del té
Portugal tuvo un papel muy relevante en la historia de cómo el té llegó a occidente, por un lado porque fue el primer país europeo en establecer rutas comerciales con China y comercializó la planta a inicios del siglo XVI. Pero, principalmente lo es por ser la cuna de Catalina de Braganza, princesa portuguesa que se casó con Carlos II de Inglaterra en 1661 y llegó a Londres al año siguiente. Su dote incluía baúles llenos de hojas de este brebaje, además de Tánger, el puerto de Bombay y plantaciones de té.
Por ese entonces, el té era muy popular en la corte portuguesa, debido a su línea comercial directa con China, a través su colonia en Macao. Pero en Inglaterra, el té se consumía únicamente como medicamento. Pese a eso, la joven reina acostumbraba beberlo a diario y lo siguió haciendo hasta convertirlo en una bebida social en su nuevo país. Al llegar al trono, ella se transformó en el centro de atención, y todas sus costumbres se convirtieron en moda, incluyendo el té. Su gran pasión la llevó a ganarse el apodo de “Drinking Tea Queen”.
Hasta la llegada de Catalina, el costo del té en Inglaterra era muy elevado y por lo mismo en un comienzo muy pocos podían permitírselo. En un inicio, su consumo se limitó a las damas de la nobleza, pero a los pocos años comenzó la importación directa de té a Inglaterra, volviéndose cada vez más popular y asentándose en la sociedad, y el resto es historia.
Se dice que el té no ostenta la arrogancia del vino, ni el furor del café, ni la ingenuidad del chocolate, sino infinita elegancia. Ya que de Inglaterra llegó esta bebida directo a Chile, gracias Catalina por ser la causante de que conozcamos y amemos esta versátil y maravillosa bebida.